Estudió en Lerma, Burgos y Valladolid siendo ordenado sacerdote a los 23 años. No tardó en ser párroco de Villoviado, la tranquilidad que disfruta en su pueblo termina bruscamente cuando en 1808, llegan las tropas de la invasión francesa, siendo humillado por sus creencias, maltratado y encarcelado jura vengarse de los franceses, consigue escapar y se convierte en el más temido de los guerrilleros que lucharon contra los invasores.
El Cura Merino, con mas de dos mil hombres, todos de la comarca, grandes conocedores del terreno que pisaban y obedientes a la disciplina impuesta, lograron grandes victorias por lo que dicen que Napoleón ya desesperado gritaba: “Prefiero la cabeza de ese Cura a cuatro ciudades españolas”.
Teniendo base en Lerma, se convirtió en uno de los guerrilleros más temidos, sus hombres interceptaban correos e incautaban suministros; unidades enteras del ejército francés sufrieron ataques con centenares de bajas. Atacó a la guarnición francesa de Roa junto a otro famoso guerrillero, Juan Martín “ El Empecinado”
En el año 1812
ya mandaba una división de 5000 hombres
y en 1814, es nombrado por Fernando VII, Teniente General del Ejército Español
y Comandante Militar de Burgos. Unos meses más tarde, finalizada la contienda y
en la primavera de este año, se le designa canónigo de Valencia.
Pero en 1819 regresó a su pueblo, dedicándose a construir su casa y a reformar la iglesia parroquial dedicada a San Vitores
Al morir Fernando VII la heredera legal era su hija Isabel, pero habiendo un gran numero de seguidores de Carlos María, hermano del fallecido, estallan las llamadas guerras Carlistas. Jerónimo toma partido por los carlistas (seguidores de Carlos María), y se exilia a Francia cuando obtienen la victoria los partidarios de Isabel.
Diversas
incongruencias le acompañaron en la vida, como el terminar sus días en tierras
de los grandes enemigos de antaño. Falleció un 12 de Noviembre de 1844 en
Alençon (Francia), permaneciendo sus restos en esta localidad hasta el año 1968
que fueron repatriados a tierras españolas, descansando ahora en una preciosa y
muy especial Plaza de Lerma, junto al
Balcón del Arlanza, custodiado por los recios muros de los Monasterios de Sta.
Teresa y Santa Clara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario