El desarrollo del cultivo de la patata en España comienza en
el siglo XVIII, aunque no es hasta principios del siglo XIX cuando adquiere
cierta importancia. Desde entonces, existen referencias de varios municipios
burgaleses como productores de este preciado tubérculo. El ingeniero agrónomo y
secretario de la Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio de
Burgos, Marcial Prieto Ramos, señala en un informe realizado sobre la
agricultura en la provincia de Burgos en el año 1878, que las patatas «son
objeto de gran cultivo en toda la provincia». Ya en el siglo XX, textos del
Ministerio de Agricultura hablan de Burgos y resaltan: "Es la más importante
zona patatera de España".
Según los datos del Ministerio de Agricultura, en 1976 Burgos es la tercera mayor productora de España, tras La Coruña y Lugo. Además, dentro de la Cuenca del Duero ocupa el primer lugar ya que representa el 23% del total regional. Desde entonces, esta provincia ha ido perdiendo superficie cultivada debido a las crisis periódicas que afectan al mercado de la patata y a la coexistencia de otros cultivos más rentables o subvencionados. Sin embargo, Burgos no ha dejado de destacar en todo su territorio la importancia de este cultivo con la celebración de diversos eventos, como es el caso de la Fiesta de la Exaltación de la Patata de Tardajos.
Uno de los factores que más hace perder a la patata sus características óptimas para el consumo son los saltos de temperatura, que en Burgos no se producen porque se recolectan más tarde que en otros lugares, con temperaturas más bajas y muy parecidas a las de almacenaje. Tras cuatro años de estudio de caracterización de este tipo de patatas los técnicos aseguran que «son más feas que las de importación pero de mucha mejor calidad», la marca de garantía cuenta ya con un sello y un envasado característico en bolsas de papel de 15 kilos para el consumo en hostelería y de 4 kilos para el consumo doméstico.
La patata de consumo en Burgos se recoge entre los meses de
septiembre y octubre. Tras una cuidada selección se conserva a temperatura
controlada, con ventilación y ausencia de luz, lo que hace que este tubérculo
pueda comercializarse con total garantía de calidad hasta bien entrada la
primavera.
La patata autóctona no se lava, porque eso supondría tener
que almacenarla a temperaturas más bajas que aumentan el contenido en azúcares
reductores y además se conserva mucho mejor que la francesa que es lavada y
refrigerada y es más cara y de peor calidad.
(Texto principal: patatadeburgos.es)
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